miércoles, 26 de noviembre de 2008

SILENCIO


Esta noche es infinita, como detenida en el tiempo, afuera los autos circulan y en realidad, nadie se da cuenta de que todo es eterno y finito a la par. Floto en éste lugar de confesiones, en ésta matriz eterna, me refugio del daño de tu silencio.


Todos tus dichos desaparecen, se los traga el olvido (no sé si propositivo) de nuestro encuentro.


Una imagen viene a mi mente adolorida y la alivia por un instante: tú, subiendo los escalones que llevan hacia la reja del grupo de casas en el que vives: tu camisa de fuera, pantalón de mezclilla, tu sonrisa, casi una mueca, tus ojos brillando, prometiendo...


La paradoja es que sobrevivo a tu olvido, a mi deseo de ti, que no es satisfecho, ya no soy tu madre protectora, tierna, a quien pides que te quiera un poco, soy la madre que se rechaza, y tal vez ni siquiera éso: descubro que soy la madre que ha dejado de ser deseada...he muerto en ti y para ti, para que tu autonomía te haga circular libre en el mundo que te circunscribe.


¿Que hace una madre con su deseo?


Lo racionaliza, se enoja, se encabrona, lo idealiza...te colmo de todo bien, para que esta separación-individuación sea...vida.


Quizá un dia de éstos el deseo cargue los dados de mi lado, y me recuerdes de nuevo...y me mires...y me desees...


Soy la que desea, pero el deseo es al infinito...el eterno retorno de lo reprimido (Freud)


Entonces deseo arrojarte al mundo, y dejarte abandonado a tu suerte...


¿Que será que pueda ser mas fuerte en el juego del paradójico deseo en que me encuentro atrapada ésta noche?


Ciertamente, amanecerá cuando me devuelvas tu mirada, y tu sonrisa, y olvidaré todos mis males, y no reprocharé nada, y no te juzgaré (como lo hago ahora) y será todo como el principio, porque así es el deseo de una mujer, como una madre-hijo que se hayan de nuevo en el instante de la mirada del Otro (Lacan)

1 comentario:

Elisha dijo...

Bien hecho amiga.

Desde la trinchera te digo que no es facil desprenderse del machismo, pero la complejidad de la lucha no justifica que nos demos por vencidos. Te agradecere siempre que cuando me veas flaqueando me reprendas.