jueves, 24 de septiembre de 2009

DE CAJONES Y UN MAL ENDÉMICO


Quizá por mi profesión...quizá por mis vivencias...quizá por ambas cosas...insisto en tratar a las personas como personas.



Y sé, porque lo vivo y padezco, que cada vez se agudiza más un mal endémico: tratar al otro como cosa-objeto.


Quizá lo que nos diferencía de los animales no es solo la conciencia de nosotros mismos, o el tipo de pensamiento, sino, la capacidad de darle contenidos emocionales a nuestras relaciones con otros seres humanos.


Existe una diferencia clara entre ser para y con el otro y tener al otro.


Tener implica no solo la convicción de la tenencia de la persona con la que establecemos una relación humana, sino un transfondo utilitarista, que deriva del contexto que vivimos hoy dia, y también de considerara que el mundo y las relaciones personales son producto de jerarquías (clase alta, media, baja, con y sin educación informal o formal) y diversos usos que damos a cada persona, según hayamos asignado en que para que nos servirá.


He corroborado la hipótesis de que estamos dentro de la vida de los otros, en un gran mueble lleno de cajones. Cada cajón tiene un nombre-función y ahí está la cosa que nos sirve. No la persona, la cosa.


Hoy dia, no decimos tener amigos, sino que los clasificamos: por ejemplo, en el cajón AMIGOS , hay el amigo para ir al cine, el que nos acompaña al centro comercial, el amigo cibernético, el amigo que nos conviene conservar, el amigo que nos invita siempre, el amigo que no vemos nunca...¿amigos para toda la vida? jamás, éso ya no se usa.


Tampoco se usa tener una relación de pareja significativa. Hemos parcializado, hombres y mujeres por igual, al otro. Y el cajón también está lleno. Unos al lado de otros en el cajón de los condones, dónde guardamos al quita ganas en turno, nada de compromisos, nada de emociones, se trata de seguir el esparcimiento despúes de la ardua jornada laboral o del tedio que nos provoca nuestra vida en soledad. En las buenas y en las malas, es como de risa para los adultos jóvenes en la actualidad. Si no me sirves, te boto, si algo no me funciona, ni lo intento.


Ahora, quien dice querer un compromiso, está pasado de moda: Los hombres presumen su solteria, los casados les aconsejan a su amigos que no se casen y las mujeres están atrapadas entre su proyecto de vida profesional y el personal, como la maternidad, porque debemos escoger o lo uno o lo otro. Si no, corremos el riesgo de ser humanos y no prácticos, de complicarnos y no de madurar y enfrentar el gran desafío de crecer y compartir con el otro, así, con todo lo que implica.


Somos los hijos de la comodidad y del sinquehacer, porque estamos llenos de actividades fútiles:
Control remoto, internet, horno de microondas, automóviles...y con el tiempo que nos queda, buscamos recreación en las drogas, las compras compulsivas...sexo sin compromisosy con quien tenemos a la mano.



Una paradoja, pues, porque a la larga nos quedaremos aún más solos y más deprimidos, y buscaremos mas compañía, sin contendio emocional, sin pensar QUÉ nos significa el otro, no solo que es para mi, sino quien es, y quien quiere ser, para compartir proyectos de vida y caminar, caminar, caminar...eso de ir juntos, significa acompañarse, y en el trayecto, uno no puede ir con un desconocido ni con un mal compañero de viaje.
Pero...¿quien quiere pensar en el futuro?, si desperdiciamos recursos naturales y acabamos con el equilibrio ecológico, que más da hacerlo por igual con el otro o con nosotros mismos, la cosa no es que duren , sino que nos sirvan. Nos servimos de todo, ávidos de llenar nuestro vacío interior, pero claro, ése no es el camino, no hay tal cosa como un eterno presente, de hecho, el presente no se puede explicar sin el pasado y sin el futuro, vivimos en la inmediatez, hemos olvidado la trascendencia del ser.


Yo he viajado mucho en autobús distancias grandes a lo largo del país. Cuando éso pasa, uno se hace de un grupo de compañeros que estarán ahí...claro uno no los escoge, solo compraron el mismo boleto. Pero pasa, que a lo largo del viaje, uno hace amistad con el compañero de al lado, y luego con otros. Como se baja a comer en distintas ciudades, se va al baño, y si se descompone el autobús hay que estar ahí simplemente en lo que llega ayuda, ahí se forma un lazo diferente. Al final uno se queda con un buen sabor de boca. Estoy cierta que es porque en ése tiempo, uno y otro se consideraron personas, les pusimos atención, al fin, teníamos tiempo y nada más que hacer (aunque hay quien prefiere dormirse, claro), en resumen: los aprendemos a ver como personas, porque nos tomamos ése cuidado.


No pienso justificar éste mal endémico, del usar a las personas como muebles, aludiendo a las extensas jornadas laborales, ni a la descomposición del tejido social, ni a la soledad existencial, ni madres.


Simplemente así lo hemos decidido.


El otro es y no Es...solo en relación a si me sirve o no y para que me sirve. Entonces me sirvo de él o ella con la cuchara de la medida que le otorgo, lo clasifico y además lo cosifico. No me paraliza el miedo, ni la culpa la tienen las mujeres, ni todos los hombres son iguales, lo hago porque quiero punto. No hay que hacerse tontos.


Pero no lo decimos, no nos atrevemos, seguimos moviéndonos en esquemas anteriores cuando ejercemos otros, y entonces hay una gran babel de relaciones interpersonales porque ya nada de lo que creíamos es como antes y tampoco somos tan sensatos de decirle al otro, no me interesas, solo estarás ahí para lo que decida. Me importa un pepino tu vida y tus talentos...

Y como somos hijos de lo estético también y como suena feo, mejor no lo decimos, pero éso es lo que hacemos...


A éso hemos reducido la relación humana.


Que pena...porque las personas son éso, no son muebles, no objetos para depositar en una cajonera que abro cada que necesito algo, y si, escribo ALGO, no alguien.


Si ese otro, fuera alguien para nosotros, verdaderamente, seguro nos daría pena usarlo solo para ciertas cosas.


Por eso es que lo parcializamos, para no ver la tremenda cosa que estamos negándo, la totalidad de mi semejante, con el que tengo el deber ser, de relacionarme como una persona total, y sin darme cuenta, niego mi propia personalidad completa, me presto al usufructo del otro hacia mi, seguro también me tienen por ahí en algún cajón...


Nos estamos perdiendo de TODO lo que ésa pérsona es...y lo mas terrible es que negamos que éso pueda ser bueno. Estamos mal, muy mal...hemos perdido la brújula y la direccionamos solo hacia un punto fijo, como quien quiere manejar las manecillas de un reloj, perdiéndose el maravilloso y fascinante misterio del paso del tiempo...