miércoles, 17 de febrero de 2010

ABSOLUTOS


"Imposible explicar el presente o decir algo del futuro sin una clave de lectura que nos permita descifrar e interpretar la historia de las relaciones sociales, y, ante todo, de la relación con la violencia que las determina"


Jaques Attali, Milenio



Algunas reflexiones en torno a las relaciones con el otro y conmigo mism@.


Vínculo indisoluble, el otro solo es en relación conmigo y yo con el otro.


Al bebé humano le sucede el momento del espejo, se ve reflejado en la mirada de su madre y sabe que ya no son uno, porque ella lo reconoce como un otro, pero, también él a ella; sin dicho reconocimiento no hay ontología posible. Puede teorizarse sobre el ser en sí mismo, pero en la realidad, siempre estamos vinculados al otro.


Ésta vinculación se lleva a cabo, psiquícamente, como lo denominamos en psicodinamia, a través de las relaciones objetales, es decir, como se relaciona el sujeto con su mundo, de acuerdo a su organización de personalidad.


Por eso se habla de distintos tipos de relaciones de objeto.: desde dónde vemos al otro, colocándolo en nuestra vida, que lugar le damos. Puede ser que lo veamos como objeto parcial, es decir, solo satisface determinadas necesidades o deseos o, como objeto total, cuando le damos la función de interaccionar con nosotros como objeto de amor en su conjunto, con independencia de los deseos y opiniones propios.


Por eso, parcializar a las personas es darles una sola función que las escinde y las coloca en una roll limitado. Totalizarlas es verlas como lo que son, como personas íntegras y dignas, con deseos y necesidades propios, mismos, con los que se va a relacionar conmigo.



La idea central es que el ser humano no es un organismo aislado sino que se encuentra en interacción con su ambiente, en contraposición con el significante actual de objeto, que indica una relación utilitarista y egoísta.


En la sociedad actual, 2010, hay una clara confusión entre el papel debemos otorgar al otr@ en nuestra vida: si es alguien que cumple funciones parciales o totales, y en que medida me doy a mi mismo para no fusionarme o negarme como persona autónoma sin comprometer mi integridad.


Estamos viviendo un momento de discurso de suyo preeminentemente individualista. Viva la libertad de consumir y de darse gusto es el lema del sistema económico y social, mismo que define también la forma y contenido de nuestras relaciones, para con nosotros mismos y con el otro, quien no es mi semejante, sino en la medida en que tiene acceso a los mismos bienes y objetos de consumo que yo, y, sin embargo, lo sigo cosificando, porque nada se escapa a la vorágine de ésta dialéctica primordial de la sociedad actual.


Lo colectivo no es una prioridad, sin embargo la búsqueda constante de parejas, amigos o relaciones sociales, incluso en internet, nos hablan del hambre y necesidad que tiene el ser humano actual de vincularse con el otro. Sin embargo, parece que los hacemos a partir de mucha confusión e inseguridad, miedo, angustia, viviendo nuestros fracasados modelos como si fueran a funcionar.


No nos satisface estar solos siempre, pero no nos buscamos para compartir, desarrollarnos o crecer, sino para TENER a alguien, quien se vuelve algo, pues le otorgamos funciones parcializadas, de acuerdo a nuestras necesidades de consumo.


Ambas partes se encuentran desencantadas desde el inicio de la relación así establecida: ningún ser humano en su fuero interno puede aceptar ser una parte limitada, sin dignidad y sin amplitud de posibilidades de compromiso creciente y realización, en su propia vida, la del otro o la de su comunidad.


Aunque se hayan creado las figuras de los fuck friends o sexpartners, el sexo no puede expresarse sin vinculación y contenido afectivo, porque es un acto de gran intimidad, dónde estamos desnudos ante el otr@, física y emocionalmente. No podemos escindirnos sin poner en riesgo la integridad y dignidad de nosotros mismos y del otr@.


Las personas que no construyen vínculos significativos con otros en sus vidas, a largo plazo son afectados por la soledad y la depresión en un grado importante. Si echamos un vistazo al exterior, veremos, frecuentemente, como en las calles de la gran Ciudad, hay personas que caminan hablando consigo mismos en voz alta: la presencia de la voz del otro es crucial para reconocernos en nosotros mismos, sin otra voz, somos solitarios o locos.


Y también está la dimensión ética de relaciones. Todo intento por vivir como si el ser humano estuviera solo, escribe Bonhoeffer, es una negación de la realidad de su responsabilidad.


El individuo aislado no puede ser sujeto de una realización ética, porque negaría ésta al evitar su responsabilidad.


Debemos ser solidarios con el otro, en tanto compartimos la humanidad, por eso creo, que nos hemos deshumanizado, y caído en una hiper valorización de nosotros mismo, o de ciertos valores como el amor o la amistad o el sexo, que en sí mismos, sin la responsabilidad que conllevan, no son sino una afrenta a la esencia misma de las cosas.


Es decir, en la sociedad actual estamos negándonos a ser responsables, no sólo de nosotros mismos sino del otro con el que me vinculo y, sin responsabilidad, demeritamos la naturaleza humana y la vida en sí misma.


En resumen: Práctica en relaciones humanas, sin responsabilidad, es lo que produce vacío y búsqueda constante de satisfactores que nos lo dan solo en lo imaginario, fugazmente, a un alto precio no solo el desencanto actual en nuestras relaciones y con nosotros mismos, sino también en la pérdida de valores como la solidaridad, la empatía, el amor en toda su expresión y la posibilidad de relacionarnos con un otro de manera integral y benéfica.


Solo si nos reconocemos responsables de como han resultado las dinámicas de relación actuales, de la soledad y de la descomposición social, será posible transformar nuestras relaciones familiares, sociales, de pareja, o, incluso, con nosotros mismos, hacia formas sanas, dignas y éticas.