sábado, 18 de abril de 2009

COMO PERRO EN EL PERIFÉRICO



Así me siento hoy y ya hace un rato desde el día de aquella maldita fiesta. Yo no sé en que estaba pensando. Ahora peno por no pensar, por dejarme ir en sueños babosos de borrachos idiotas, aunque, lo último, menos que yo.



Si que la he pasado mal, como nunca antes en mi vida, no dejo de preguntarme quien era yo en ese momento en que aventé muchas cosas por la borda arrojándolas con fuerza y riéndome de que se hundieran en la mar, irremediablemente perdidas, mientras el viento me daba en la cara mojándome con la brizna del mar. Estaba eufórica.



Ni siquiera puedo decir que bebí demasiado…hubiera sido un buen pretexto, pero no fue eso, fui yo, solo yo, la estupidez con que me conduzco cuando decido no pensar y, además, me pongo a escuchar a los otros como si sus palabras fueran el evangelio…¡válgame Dios! que herejía, quizá por ahí empezó todo…



Duró poco la fantasía, al día siguiente si acaso, cuando ya me había percatado de mi auto infringida desventura.



Me inundan pensamientos de velocidad, vértigo y miedo. Pasan todas las palabras que muchos me dijeron sobre él, como ráfagas de autos que me atropellarán si no me hago a un lado, solo para corroborar que el espacio entre un auto y otro es tan reducido, que solo me queda permanecer quieta rogando no ser aplastada, como si fuera un perro en medio del periférico, que no sabe como se quedó allí metido, y que solo buscaba llegar a la orilla y encontrar un rumbo un poco mas preciso en el amor.



Veo pasar todas juntas, las palabras que los otros me aconsejaban en secreto, y solo me aturdo más: dicen mil cosas sin sentido pero que en ése momento lo eran todo...¿como pude escucharlas? ¡vaya que se pueden concatenar las pendejadas!



Nunca tuve cabeza y cordura para sentarme y decidir, y ahora en medio del periférico de mis veloces pensamientos, solo quiero llegar a la orilla.



Alcancé la orilla.Ahora mi corazón late a mil por hora, me sudan las manos y me tiembla todo el cuerpo. Apenas puedo pensar en lo que pasó… ¡que susto terrible! ¡ que peligro, ¿como carajos me metí en ése sitio? Fuiste tú, fuiste tú me dice una voz en mi cabeza, eres una idiota y siempre eres tú… ¿quien más?.



He caminado un poco por la orilla, pero no quiero escuchar a nadie más…quiero pensar, no lo he hecho hace tanto…el sol me pega de lleno en el rostro y me doy cuenta de que salí lastimada, traigo raspones en la piel y, en el alma, la huella de algo que casi te cuesta la vida y que te ha alejado completamente de tu hogar, de sus brazos, del calor de su voz, de su mirada, su hermosa mirada...castigo que no logra desvanecerse ni en mil arrepentimientos que tengo antes de quedarme dormida cada dia.

Pienso en él, en su mirada, y retomo la marcha, pienso en que también me extravié sin razón por seguir sus palabras, pero que ahora lo haría mejor…uno siempre quiere reparar ¿no se trata acaso de eso el amor?, más que de perfección…¡ah si él lo comprendiera!



Por las mañanas, despierto en alguna banqueta extraña, y tardo en entender que estoy en mi casa, en mi cama.Me desentumo, pero la primera sensación que me recorre es un dolor profundo, mucha vergüenza, desasosiego. A pesar de todo decido levantarme cada día y seguir avanzando.



No hay respuestas definitivas, nada hay escrito, no hay tal cosa como el destino, nada predeterminado como me dijeron, nada de eso.



Quizá ésta vez, pueda irme mejor, después de todo, a mi también me pueden pasar cosas buenas.



¡Ya es hora!, sigo mi marcha…