miércoles, 1 de julio de 2009

LABELLING APROACH


(Labelling Aproach o Teoría del Etiquetamiento)




Etiquetar, en términos humanos, significa darle a nuestro prójimo una categorización adjetivada a partir de tal o cual caracteristica individual o de grupo, por ejemplo, la muy socorrida de nacos vs. fresas, con la que pretendemos determinar todo lo que es, depositarlo en esa clasificación y controlarlo más facilmente.


No se trata de entender, si es cierto o no, o que tanto o porque, sino de darle una etiqueta a través del leguaje que lo sentencie definitivamente a permanecer en dicha categoría otorgada, claro, desde los prejuicios de cada grupo social que los crea, los expresa y se ocupa de mantenerlos como status quo, funcionando de manera doble: sirven tanto al propósito de poder manejar al que es distinto a nosotros y para poder marcar la diferencia de modo que al hacerse evidente, quede claro que cada grupo es distinto en miembros y pertenencia.



La teoría del etiquetamiento, ha sido construida desde el denominado interaccionismo simbólico, mismo que plantea que al estudiar la realidad social, observamos que está conformada por una gran variedad de interacciones concretas entre individuos a quienes mediante un proceso de tipificación, se les confiere un significado que se abstrae de situaciones concretas y que se continúa por medio del lenguaje.




Estudiar la realidad social, por tanto, se traduce en el estudio de estas interacciones, las cuales van desde comportamientos hasta construcciones complejas, como la concepción del orden social.




Las acciones son las formas mediante las cuales se atribuye un significado o sentido social a los distintos comportamientos, según ciertas normas, como las sociales generales, las éticas o las normas jurídicas.



Ésta teoría fue desarrollada en mayor medida, para explicar las conductas o comportamientos que se desviaban de la norma social, como por ejemplo, la delincuencia. Por supuesto hay muchos otros modelos teóricos para explicar la conducta criminal, pero no me ocuparé de ellos en éste espacio, porque cada uno merece una amplia explicación acerca del paradigma que manejan.




Ante los hechos políticos y sociales que rodean nuestros actuales dias en México, reflexiono sobre los etiquetamientos, las normas sociales, los paradigmas sociales.


Las agencias de control social son aquellas que detentan el poder de etiquetamiento o definición del hecho y los actores sociales que en él intervienen, es decir ¿quién define a quien? o ¿que efectos produce el etiquetamiento sobre el individuo o el grupo que lo recibe?.




He seguido con interés las declaraciones de algunos de los promotores del voto nulo. No deja de impresionarme el saber que muchos de ellos que calificaron de rijozos, peligros para el país y gentuza a ciertos actores y planteamientos desde la izquierda democrática, ahora los enarbolen como bandera para sus intereses. Hablan de democracia participativa y de la experiencia en otros países, llenándose la boca en ello, cuando jamás han militado o participado en organizaciones que lleven a la práctica dichos postulados. Hacen mal en desconocer que al menos un buen número mayoritario de ciudadanos hemos luchado y logrado aterrizar todas éstas cuestiones hace ya muchos años en éste país, y que no ha sido fácil, y que no ha sido cómodo y que en ese trayecto, se nos calificó inumerables veces de desviados, etiquetándonos como retrógradas y faltos de visión a futuro para el país.




Pues bien, señores, si ese grupo del que hablo, no se hubiese tomado el empeño, de construir el asunto democrático en nuestro páis, seguiríamos, esperando que el PAN o su brazo armado el yunque (armado ideológica y literalmente) nos libertara como Moisés al pueblo de Israel, o continuaríamos siendo gobernados por el PRI y su sistema presidencialista.




¿Dónde estaban todos éstos líderes de opinión democratica en aquella época en la que en el país se libraba una lucha encarnizada para que se reconociera el voto de los ciudadanos de manera efectiva tras el fraude electoral de 1988? Cierto es que no estaba entre las trincheras.




Luego, desafortunadamente, aquel esfuerzo a nivel interno de las fuerzas que se aglutinaron y llegaron a ocupar cargos de elección popular, se convirtió en lo que el poeta dijo: somos todo aquello...afortunadamente la estructura electoral, y la democracia incipiente ya había sido instaurada en el sistema político del país. No en las conciencias del grueso de la población , sino en la experiencia de los que en aquellas cosas intervenimos, buscando aterrizar valores irrenunciables a cualquier ser humano, que vive y convive en una sociedad moderna.




Entonces resulta mas curioso como, los agentes de control social, antes etiquetaron aquella lucha por la democracia como una rebeldía absurda, en definitiva porque estos grupos se mueven de acuerdo a sus intereses de poder, empoderan los valores que mejor les acomoden para lograr consolidar o mantener intereses de grupo o normas moraloides, y que les permitan mantener el status quo, en el modelo de sociedad que representan y seguir controlando por medio del etiquetamiento regular, decidiendo ellos que va y que no para la conciencia de todos, desconociendo que en un grupo social, entre mas complejo su tejido, mas absurda la generalización, y por demás injusta.




Ahora nos salen con que hay que anular el voto, para que nos hagan caso, lo cual resulta sospechoso, ya que podrían utilizar cualquier cantidad de mecanismo contemplados, para vigilar y hacer cumplir los proyectos de los sujetos que se han elegido para cargos de representación popular, sean del partido político que sean. Y el argumento de que "a ver si así nos hacen caso" en realidad resulta o muy ingenuo o muy perverso, dependiendo desde dónde se lea, pero por supuesto, se enuncia desde un grupo que ha perdido su nivel de vida y en cierta medida ve amenazados sus privilegios y prevendas otorgadas en el pasado, y no desde quien, a diferencia de ellos, lo hace desde la ética.






No creo que el voto nulo represente los intereses de los grupos sociales menos favorecidos en nuestro país, ni que resuelva los enormes problemas y asuntos pendientes en la agenda nacional, no veo pues, que sea el camino a nada, excepto a promover un abstencionismo pseudo-institucionalizado que ahora etiqueta las acciones democráticas como inútiles porque ya no le funcionan.




Son los ideológos del todo o nada, de la ley del embudo, de la negativa a priori, curioso, porque hasta hace poco acusaban a otros de radicales e intransigentes, por presentar mismas propuestas y soluciones, como el referéndum o la figura de revocación de mandato, o por exigir el recuento de los votos casilla por casilla, no me extrañaría nada que luego de la elección, también hablaran de fraude electoral.




Ante éste panorama creo que solo nos resta acudir a dos tipos de normatividad que podrían regular el funcionamiento de la sociedad mexicana: las normas legales y las éticas. Aún mejor desde lo jurídico ejercer los valores éticos.




El problema señores, no es el sistema democrático, el problema es el ejercicio sin ética desde la política, y eso, incluye llamar a anular un voto, cuando eso no soluciona nada ni llama a que el ejercicio de la política cambie, o a que se lanteen nuevas políticas públicas sobre temas relevantes, se trata de un simple ejercicio de etiquetamiento, la mirada desde una posición determinada, que pretende detentar la verdad absoluta y la solución facilona de una cosa demasiado compleja para ser tomada tan a la ligera esperando hasta el 2012 que el berrinche solucione algo por sí mismo.




Me queda claro que el plateamiento de anula tu voto y diles a los políticos que no te gusta como se ha organizado la democracia, de ético, no tiene nada. De denuncia tampoco porque parece manifestar un malestar generalizado sin acciones específicas a posteriori. De ciudadano no creo, porque hay muchos sectores que lo que requieren son soluciones de facto y que no han sido tomados en cuenta, asumiendo la actitud de quien sabe que está bien para todos, y, finalmente, para los que participamos en alguna estructura política me parece dedesnable, ahora invitar a que la larga lucha que se ha librado por la democracia, sea convertida en banderín para ser quemado mientras en el altar se inmolan los ídolos antiguos.




Si no denunciamos lo anti-ético de la praxis política en nuestro país, diferenciándola del hecho democrático en sí, y de su práctica específica, no habrá protesta que surta efectos a largo plazo. Mejor aún, a ésta denuncia se le debe acompañar por la vigilancia hacia el cumplimiento por medio de las normas jurídicas establecidas.




Y si se me permite aceptar esto como un planteamiento válido, entendiendo que toda institución en tanto humana no es perfecta sino perfectible, lo mejor será salir a votar por aquello que tantas vidas y esfuerzos a costado lograr, de modo que al validarlo, también podamos ejercer nuestro derecho a vigilarlo y castigarlo de ser incumplido. Tirar todo y volver a pensar cómo le hacemos ahora para que funcione, resultaría en un idealismo peor que el setentero.


Y hablando de aquella época, mi voto será como deía el Ché Guevara: a la izquierda siempre a la izquierda del corazón...