jueves, 14 de enero de 2010

TEODICEAS


Inevitable...


Siempre que leo o me entero o sé o vivo una situación relacionada con la presencia del mal o del sufrimiento en el mundo, mi pensamiento va directo hacia el Creador...


¿Está ahí realmente?

¿Existe?

¿Porque pasan éstas cosas?


Hoy veía las noticias en CNN y habló el presidente Obama, interesante frase la suya, acerca de la tragedia en Haití: Seguramente, ustedes se estarán preguntando ahora: ¿Porque Dios nos ha abandonado?...no pude evitar llorar un poco, supongo que es porque todos nos hemos estado preguntando en algún momento lo mismo, no sólo acerca de otros, sino de nosotros mismos.


En ésos momentos me enojo con Dios, hago berrinche...ya luego que se me pasa, hablo con él y le digo: no entiendo nada y cada vez entiendo menos...quizá, pienso, soy injusta, pero no creo que a Dios le importe tanto...quizá sea mejor enojarse y cuestionar la fe y a Dios y las instituciones que detentan la religiosidad institucional, porque así, es que uno va avanzando...entre la rabia, el desespero por la injusticia, el dolor...hacia algún otro sitio que no sea el conformismo, ni la fe de otros, ni el pensamiento ajeno o prestado...


Yo creo que por eso, entre otras causas, estudié teología, de manera que al acercarme a diversos autores y teorias, enfoques teológicos, pudiera encontrar respuestas que le dieran paz a mi alma y que me ayudaran en mi praxis de fe personal.
La fe personal, no es asunto fácil como nos enseñaron de niños, es complicado, un largo camino de crecimiento, desilusión, re-aprendizaje y de-construcción de paradigmas de fe.
La fe no se resuelve sola y menos de una vez y para siempre, si pensamos lo contrario, claro que dudaremos cada vez que pase algo fuera de nuestro control, pensaremos que Dios debe estar ahí para solucionarlo todo, la vida misma nos enseña que no es así en lo más mínimo.


El problema de la maldad en el mundo...vaya embrollo...la maldad en el mundo en medio de la existencia de Dios...aún peor...


La palabra teodicea aparece por primera vez en el siglo XVII, para justificar la existencia de Dios, así como para explicarla bondad que emerge de éste y para argumentar acerca de la existencia del mal.


Leibniz propuso el nombre de ‘teodicea’, para designar toda investigación destinada a explicar la existencia del mal y justificar la bondad de Dios".


La teodicea busca la causa del ser estudiado por la ontología, esta última consiste en el estudio del ser en cuanto tal – en cuanto ser- y sus leyes. Siendo esto así, la teodicea estudia el ser que es causa de los demás seres. Ésta mostrará que los seres reales dependen de una primera causa que es el ser por excelencia, a lo cual se le denomina Dios, en quien a su vez, esencia y existencia no se dan separadamente.


Bueno, ésa es la parte teórico-teológica.


El concepto desarrollado por el autor citado, acerca de que "éste es el mejor mundo posible" también es importante, la cosa es que yo no sé si varios siglos después lo siga siendo.


Este mundo funciona por leyes, que no pueden ser violadas sin consecuencias, por ejemplo la gravedad, y que nos dan grados altos de certidumbre para movilizarnos en nuestro entorno con seguridad y confianza.


Dios, el Arquitecto de Universo, la fuerza creadora o la inteligencia superior que nos gobierna (llámenle como mejor les plazca) ha intevenido en ésas leyes y debemos utilizarlas sabiamente igual que nuestro entendimiento y libre albeldrío.


Estoy segura que pensar a Dios como un agente de bondad está muy bien, es un atributo inmanente de él, según la teología. Pero también creo que pensar a Dios resulta ocioso muchas veces, porque no podemos alcanzar a comprender su trascendencia en forma total. La ontología dice que es el ser que origina todos los seres, así que es el tema central de la filosofía, el óntos, y parece que ya llevamos siglos y siglos hablando y clarificando sobre éso, es un tema profundo, es la escencia de lo humano: cual es nuestro origen y nuestro destino.


Y sin embargo, para los que pensamos en la existencia de Dios, cuando el mal o la tragedia se atraviesan en el camino, estamos en la tensión extrema entre los dos bordes, y a él nos acogemos y surge un dilema profundo e inevitable.


He visto que se ha resuelto por varias vías: unos piensan que el mal debe ser combatido con el bien y que el mayor bien posible nunca podrá ser observado por nosotros en medio de las circunstancias dolorosas, porque solo Dios sabe sus caminos misteriosos.


Otros dicen que entonces es cuando Dios se manifiesta para que nos acerquemos más a él.


Algunos más prefieren guardar silencio ante la incomprensibilidad de la omnisapiencia y omnipotencia de Dios en éstos casos.


Lo que yo pienso es que una concepción de Dios, en éste mundo, no puede dejar de lado el hecho mismo de que el mismo caós y maldad imperantes, son no solo una contraparte de Dios, sino parte misma del mundo: no estamos en el cielo, no en el paraíso (si alguna vez lo hubo), no en el vientre materno, sino que estamos en éste mundo, ésta dimensión y ésta realidad y ahí, es dónde Dios se mueve, viene a nosotros y se mueve entre todo lo que hay, todo lo que es humano.


Si Dios es trascendente para nosotros, en el sentido en que se convierte en acción y sentido de lo que hacemos, somos inmanentes a Dios en dicho atributo, que es la esencia misma de Dios.


Trascendemos la vida, si vemos más allá de la maldad y la obscuridad, si observamos que nuestra existencia no es sólo vida, sino voluntad de ser lo que decidamos.


En medio de las circunstancias, sean cuales fueran, podemos decidir lo que queramos.


¿Dios está allí? yo creo que si, no es que nosotros estemos en lo que hace Dios, sino que Dios está en lo que decidamos hacer nosotros en medio de nuestra circunstancia. Somos co protagonistas y escritores con Dios de la Historia y de nuestra propia historia.


Al final, no sé porque pasan las cosas malas que pasan y NOS pasan, pero lo cierto es que debemos seguir cuestionando, para engrandecer nuestra visión de Dios, y eso, no es una tarea fácil, yo creo que, al menos a mi, me llevará toda una vida de viaje, mochila al hombro.