lunes, 31 de agosto de 2009

EL COMPROMISO


El domingo, expuse estos puntos como una especie de apuntes aproximativos al tema de la identidad del cristiano en nuestro tiempo, esto, como participante en una mesa redonda sobre éste tema.


Algunos me hicieron llegar sus disculpas por no poder acompañarme...sé que estuvisteís ahí de corazón. Gracias por la buena vibra emitida, todo salió muy bien. En la mesa había ministros de diversas tradiciones religiosas: bautista, metodista, católica, judía.


Les comparto el escrito que elaboré.


EL COMPROMISO DEL CRISTIANO


Difícil hablar de compromisos en una época, como la actual, en la que las palabras son tomadas con ligereza: La práctica cotidiana es la libertad de poder decir algo y al día siguiente retractarse, cuando siquiera se toman la molestia de la aclaración pertinente, y sobre todo, el no respaldar nuestras palabras con las acciones correspondientes. Ya no hay pactos, éso está demodé.


Esto, no es sino una forma de deshonestidad, misma que ha marcado a nuestro México por generaciones y que ha dado como resultado la situación nacional en la que ya sabemos todos que nos encontramos en lo social, en lo político y en lo económico.


Muestra de la falta de compromisos y seguridades es la dinámica de nuestra sociedad actual, la que con un tejido social cada vez más deteriorado, sufre entre sus miembros ésta descomposición.


Ya nada asegura que la familia sea un núcleo sano y de crecimiento de los individuos, ni que los padres sean la seguridad que los niños y niñas necesitan para su óptimo desarrollo físico, psicológico y social, o que la unión en pareja conlleve un compromiso de respeto y de fortalecimiento.


Ya no existe el llamado “PACTO SOCIAL”. El Estado ya no asegura nada para nadie y los políticos y las instituciones se han convertido en pandillas que buscan vivir del presupuesto nacional, el mayor tiempo posible, a costa de lo que sea y de quien sea.


Baste ver las noticias acerca de la política nacional. Crecimiento económico cero, funcionarios con sueldos multimillonarios, que son obscenos frente a una mayoría poblacional que vive con menos de un dólar diario, en condiciones de extrema pobreza, o sin acceso a vivienda, educación y salud de calidad.


Tenemos por ejemplo, lugares como Ciudad Juárez dónde se cometen 100 homicidios por cada 100 mil habitantes. Un país lleno de noticias de muertes debidas a una guerra de baja intensidad contra la delincuencia organizada.


También, vivimos tiempos en los que la solidaridad, el vecinazgo o la educación vial ya no son más incluidas en lo cotidiano, pasando a ser comentario nostálgico de aquellos tiempos, que siempre fueron mejores.


Ahora, el testimonio extraordinario es que alguien ceda el paso, nos ayude, que nos den el trabajo o que el asaltante no nos mató y no haya pasado a mayores que tan “SOLO” perder lo que nos quitaron.


Difícil pues hablar de compromiso, por el panorama que prevalece, pero, entonces también es urgente e indispensable.



¿Cual entonces es el compromiso al que somos llamados los cristianos?


El compromiso del cristiano debe estar definido desde los postulados básicos del evangelio, los valores del Reino.


Definitivamente es un compromiso que va más allá de ir a la iglesia.


Los tiempos exigen transformaciones. No podemos vivir en una suerte de burbuja espiritual y pensar ingenuamente que hemos cumplido nuestro compromiso en medio de un presente convulsionado.


Y seamos honestos, el sufrimiento, el dolor y la necesidad no son necesariamente consecuencia de ser personas no creyentes.


El problema del mal y del sufrimiento humano es un enigma al que no pueden darse respuestas fáciles.


Muchos padecen y no son los más pecadores.


No es con visones apocalípticas que construiremos el Reino, ya que éstas solo nos llevan a pensar que estamos indefensos y que solo nos queda esperar el fin de los tiempos sin hacer nada para cambiar nuestro presente.


El compromiso cristiano entonces, y tal como lo enseñó el Maestro al que decimos seguir, debe ser ético y no moral. Ético, liberador y de fe puesta en acción a favor de los desprotegidos.
Cómo algunos autores mencionan: la esperanza del evangelio puesta en acción.



Lo ético significa buscar lo que es mejor para los individuos, es decir, lo que les permite desarrollarse, ser autónomos, libres, productivos y plenos.


Pero plateemos algunas preguntas hipotéticas, relativas a situaciones que se deben enfrentar en lo cotidiano y meditemos en que respuesta merecen desde lo ético.


¿Qué es mejor para una mujer que ha sido violada y queda embarazada? ¿Para un ser humano que no quiere vivir mas tiempo padeciendo una enfermedad terminal? ¿Para los familiares de un secuestrado que buscan justicia y un partido político les ofrece venganza retributiva con la pena de muerte? ¿Para un adicto que es encarcelado por veinte años por tener un problema de salud y no uno de delincuencia?


Problemas actuales que nos exigen una respuesta ética y no simplemente religiosa.


Todo esto en contraposición con lo moral, lo individual y lo grupal.


Lo individual en una religiosidad llena de experiencias, que no son sino resultado de la ignorancia de los mecanismo de la mente humana y de los fenómenos de histeria colectiva. Lo místico mal leído y mal entendido. Habrá que reeler a San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Tomás Kempis y tantos otros...


Lo grupal, porque muchas veces se obedece a intereses de los grupos de poder y de los individuos que lo detentan al interior de éstos.


Lo moral cuando, muchas veces, confundimos la religiosidad con el ejercicio del evangelio y de los valores del Reino. Lo que está bien y lo que está mal, para Dios, suponiendo que en verdad podemos llegar a conocer tal cosa.


No hay forma más tremenda de pensarnos omnipotentes que ésta...¡Que dosis de energía narcicista! Pensando que yo puedo definir quien es Dios y que quiere Dios, en lugar de esperar a que Dios me diga quien es él en la práctica activa de mi fe y de la esperanza, el amor, la caridad y todos los valores del Reino, mismos que predicó Jesús no solo en palabras sino en acciones concretas.


Quiera detenerme un poco en éste punto.


La religiosidad es motivo de muchos males, incluso en el ámbito de la salud mental de los individuos y de los grupos.


De los individuos que muchas veces llegan a consulta agobiados porque no pueden hacer que coincidan su intereses, y la búsqueda de la propia realización y crecimiento con las prohibiciones que les imponen la sociedad, su grupo social o familiar o la misma comunidad de fe en la que se congregan.


Y de los grupos en dónde se repiten y se resuelven problemas inconscientes entre sus miembros, o dónde concepciones como la del padre, madre o hermanos, que depende de cómo lo vivimos en nuestra propia familia, muchas veces disfuncional y con inadecuados niveles de comunicación y elevados de autoritarismo y sumisión, son trasladas a nuestra concepción de Dios como padre, madre o hermano en la fe.


Luego entonces:


El compromiso del cristiano no puede ser el de una fe pasiva que espera el cumplimiento de lo apocalíptico (recordando además que el apocalipsis es un libro histórico y no profético como algunos pretenden demostrar)


Tampoco es un compromiso de búsqueda de prosperidad económica, atendiendo al llamado de uno de los dioses (así con minúscula) de éste mundo, dónde hay una distribución inequitativa de la riqueza y del ingreso, pero tampoco es un conformismo de la situación que tenemos, como en una especie de predestinación a padecer las carencias de vida que son impuestas desde la injusticia.


El compromiso del cristiano es un compromiso hacia su comunidad, no solo su comunidad en fe, un compromiso social, que no político, aunque la participación es muy importante en tanto es mecanismo de cambios hacia nuestro entorno y un compromiso ético.


Siempre recordando que el mensaje del evangelio es Liberador, vivifica y si no es así, en definitiva no se trata del verdadero mensaje de Jesucristo.


El camino de la cruz, el mensaje de la cruz, es locura como menciona la Escritura, pero es la locura que logra establecer el Reino (entendiendo que éste es el ya pero todavía no del todo) y el plan salvífico de Dios en Cristo para la humanidad.


Nuestro compromiso es voluntario, ético y debe responder a los retos que nos imponen el contexto actual en el que nos encontramos.


Nuestro compromiso, nuestros ideales y nuestra esperanza deben responder a ésta locura, que enseñó Jesús, y que se nos muestra en los Evangelios y que no es sino el de la fe, el amor, la caridad, la justicia y la esperanza puesta en acción para hacer de éste planeta un lugar dónde valga la pena vivir para todos y todas.